La alumna de 4º A, Anayanci Carolina Reyes Nuñez, ha resultado ganadora del segundo premio en el Concurso de Relatos Río Órbigo, con el relato titulado NECESITABA UN HÉROE.¡FELICIDADES, ANAYANCI!

 Este es el relato:

Pseudónimo: Mérida                                               Categoría: B

                                NECESITABA UN HÉROE

La granada estallo. Me encontraba en las trincheras, disparando a los soldados enemigos. Una inglesa infiltrada en tropas francesas e inglesas, en Marne, protegiendo Francia de la invasión. La granada lanzada estratégicamente, cayó en una zona con bastantes soldados, la vi caer y supe lo que tenía que hacer. Me tire al suelo sobre la granada, así protegería a mis compañeros de la explosión. Cuando me lancé al suelo, el tiempo se ralentizo y escuche gritos, sentí cómo alguien tiraba de mí con fuerza dejando mi cuerpo cercano a la bomba, fue entonces cuando estallo. Vi cómo mi pie desaparecía, y como restos de lo que antes fue atravesaban el aire. Sentí un calor inmenso, escuche gritos y me pareció ver gente lanzándose al suelo, pero no lograba distinguir nada de lo que sucedía. Quién tiro de mi me tumbo en el suelo y empezó a gritar, llamando a alguien, estaba desorientada. Mi vista se volvía borrosa por momentos, veía el rostro de Tom a pocos centímetros del mío, me decía algo, pero no era capaz de entenderle. Mis ojos se cerraron. Me levanto y veo que estoy en una sala blanca bastante iluminada, me cuesta levantarme y mantener los ojos abiertos, parpadeo repetidas veces para acostumbrarme a la luz. Cuando ya me he ambientado a la luz, veo que Tom está en una silla cerca de mi camilla, abriendo los ojos despacio. Cuando me ve, los abre rápidamente y se acerca a mí, desperezándose y un poco aturdido. –Jane, ¡cielo santo! ¡Estás viva! Me abraza con fuerza y esbozo una sonrisa. –Claro que estoy viva, no es tan fácil deshacerse de servidora. Respondo devolviéndole el abrazo. –Me

tenías tan preocupado, en cuanto te vi lanzarte imagine lo que pensabas hacer, quise apartarte de la granada cuanto antes, pero fue muy tarde. Lo siento Jane. Noto angustia en sus palabras cuando habla, y agacha la cabeza mientras coge mi mano. -¿Lo sientes? No tienes por qué, fue mi decisión el protegeros lanzándome sobre la granada, y la tuya salvarme. Si sigo aquí, es gracias a ti. Trato de poner una sonrisa dulce, para reconfortarlo, el me mira con sus ojos marrones y tristes. –Jane…Perdiste la pierna…Llegué demasiado tarde, y la bomba te destrozo el pie…Y te hirió parte de la tibia…Jane…Te han amputado gran parte de la pierna. Le escucho atentamente, analizando cada palabra, tratando de entender lo que dice, sin gustarme lo que entiendo. Rápidamente me quito la sábana blanca que me cubría, y dejo mis piernas al aire, y lo veo. Veo mi pierna derecha con algunos arañazos, y después miro a dónde se supone que debería estar la izquierda, pero no veo nada más que el colchón. Lo único que queda de lo que era mi pierna izquierda, es el muslo con la rodilla, envuelto en una venda. Trato de asimilar lo que veo, pero no puedo. Me he quedado sin pierna, he perdido una parte de mí. Me cubro la boca con una mano mientras con la otra toco el lugar dónde debería estar la espinilla. Las lágrimas comienzan a bañar mis mejillas. Tom me mira con dolor y arrepentimiento, me aprieta la mano y vuelve a abrazarme. Acepto su abrazo, en estos momentos es lo que más necesito. Durante unas horas me dedico a llorar en el hombro de Tom, mientras este me acaricia la espalda. Cuando consigo calmarme, hablo. –Tom, ¿qué paso después de que la granada estallara? Pregunto sorbiéndome la nariz y limpiándome algunas lágrimas. Una

sonrisa triunfal se dibuja en su rostro. No cayó ninguno de nuestros soldados, los alemanes se confiaron en que habían vencido con ese ataque, y no se esperó el nuestro. Ganamos la batalla, Jane, gracias a ti. Vuelve a mirar la pierna a la vez que yo. –Si hubiera sido más rápido, no la hubi…Lo interrumpo –No te mortifiques Tommy, no fue tu culpa, fue un efecto colateral causado por mi decisión. Digo mirando con pena lo que antes era mi pierna completa,-no tienes porque hacerte sentir culpable. Me mira y me pregunta:-¿Por qué lo hiciste? Bajo la mirada y respondo. –Tenía que hacerlo, debía salvar a mis compañeros, tratar de evitar todas las bajas que pudiera, ellos me aceptaron, me protegieron y me ayudaron cuando se dieron cuenta de que era una chica, fueron unos verdaderos soldados, lucharon codo con codo conmigo, y no me juzgaron, tenía que salvarlos. –No me refiero a eso, si no a porqué razón decidiste hacerte pasar por tu hermano y venir a la guerra. Dice con seriedad, mientras, yo miro por la ventana la ciudad y nostálgica empiezo a recordar y comienzo a hablar. Mi hermano lleva toda su vida cuidando de mi, el tiene una esposa y hace poco tuvo una hija, el tenía una familia, yo nada. No podía permitir que lo dejara todo por una guerra que sólo ha servido para provocar destrucción y muerte. A demás yo necesitaba un héroe, así que me convertí en mi propia heroína. Digo volviendo la mirada hacia él. –Tienes mucho valor, Jane, más valor que muchos soldados que he conocido. No te desanimes por tener un miembro menos, eres una auténtica heroína. Sus palabras me animan, y me hacen ver que no ha sido tan malo, sólo ha sido un pequeño percance, sólo ha sido una pequeña pérdida que puedo recuperar, todavía sigo

viva, y he salvado la vida de algunos soldados y la de mi hermano, y me he demostrado a mi misma que soy una guerrera. –Tommy, yo no soy mi única heroína, vine aquí con la intención de serlo y me encontré con que también conseguí un héroe, gracias Tommy. Sus mejillas adquieren un tono rosado cuando digo esto.  –Jane… Dice acercándose a mí. –Cállate y bésame, mi joven guerrero. Tiro de él hacia mí y pego mis labios a los suyos, noto su aliento mentolado y sus labios carnosos sobre los míos, su mano acaricia mi mejilla y posa un mechón de cabello tras mi oreja. Cuando nos separamos, habla. –Siempre supe que eras una chica valiente y fuerte, desde el día que te enfrentaste a Ed para proteger a Simon, Jane, imagine que harías grandes cosas. –Han pasado muchos años de eso, me sorprende que todavía lo recuerdes. Digo soltando una pequeña risita, él sonríe. –Cómo para no olvidarlo, una renacuaja cómo tú enfrentándose a un chico mayor de séptimo, algo digno de ver. Rio cuando lo dice.-Bobo. Sonríe encantadoramente y sus ojos se iluminan de repente. –Casi lo olvido, los chicos y yo hemos conseguido algo de dinero. -¿Dinero? ¿Para qué? Pregunto algo confusa. –Para tu pierna, te lo debemos, ya la hemos encargado. No puedo creer lo que escucho y lo abrazo y beso con fuerza, al separarme lloro de alegría. -¿De verdad habéis hecho eso? –Claro, eres nuestra heroína, era lo menos que podíamos hacer. Aunque tardará unos días en llegar. –Eso da igual, lo que importa es el detalle, muchas gracias Tommy. –Por cierto, tu hermano ha llegado hace unas horas, ¿le digo que pase? Mis ojos brillan con ilusión. –Sí, pero quédate, quiero presentaros, dentro de poco formarás parte de la familia, digo con una sonrisa pícara mientras él se aleja a la puerta, sonriéndome.