Extintores co2 2 kg
¡Granada, 10:30 de la mañana! El Albaicín se desayunaba con humo y sirenas. Casa Torcuato, ese templo gastronómico con casi un siglo de historia, ardía. Literalmente. Nadie lo esperaba, nadie lo imaginaba. Pero el fuego no avisa, y esta vez entró por la puerta grande… o mejor dicho, por la cocina.
Todo empezó con una freidora traicionera.
Una de las tres que trabajan a destajo en la cocina decidió decir "hasta aquí". Sin previo aviso, sin señales previas, comenzó a arder. Una cocinera intentó hacer frente a las llamas con un extintor —como en las pelis, pero sin final feliz—. El fuego fue más rápido. Subió por el extractor de humos como alma que lleva el diablo y acabó en la planta de arriba, donde están las cámaras frigoríficas. Lo que iba a ser otro viernes cualquiera, se convirtió en pesadilla.
Heridos leves, susto mayúsculo.
Por suerte, no había clientes en ese momento. Solo el equipo, que preparaba la jornada con su rutina habitual. Uno de los encargados terminó con quemaduras en la mano, al intentar apagar el fuego con un extintor de CO2. Le saltó aceite. Dolor físico, pero más aún el emocional. Porque esto no es solo un trabajo, es un lugar con alma.
Fuego visible desde la calle. Caos y tráfico cortado.
Los vecinos no daban crédito. Las llamas se veían desde Pagés, número 31. Hubo que cortar la calle. Llegaron los Bomberos, la Policía Local, los servicios de emergencia… Granada entera se paró unos minutos. Y aunque consiguieron apagar el fuego, los daños materiales son importantes. La cocina, destrozada. Otras zonas, afectadas. Reabrir, dicen, no será posible en al menos dos semanas.
Casa Torcuato: historia viva que no se rinde.
Desde 1932 sirviendo tapas, memorias y emociones. Casa Torcuato no es solo un restaurante. Es un pedazo de Granada. Por eso duele tanto. El ambiente entre el personal es una mezcla de tristeza, rabia y esa resiliencia tan andaluza que convierte el drama en fuerza. Volverán. Claro que volverán. Pero el susto, ese, tardará en irse.