CERVANTES & SHAKESPEARE, 400 AÑOS DESPUÉS
En una sala de espera hay varias personas. Entra un hombre al que recibe la
recepcionista indicándole que espere a que le llamen en esa sala de espera:
- Buenos días, perdone, ¿este sitio está libre?
- Por supuesto, puede usted sentarse si lo desea.
- Parece que esto va despacio
- Eso parece, han entrado cuatro y ya ve los que quedamos todavía. ¡Tendremos
para un buen rato!
- ¡Vaya carpeta más abultada! Parece que ha traído usted mucha documentación.
- Como en el anuncio del periódico ponía que trajésemos algunos de nuestros
trabajos, he cogido algo de lo que tenía encima de mi escritorio, pero veo que
usted tampoco se ha quedado corto.
- Son muchos años escribiendo, pero… realmente no sabía que traer. Tenía miedo
de quedarme corto o de pasarme, ¡nunca sé qué es lo que buscan! Así que he
seleccionado un poco de todo: novela, comedía, algún entremés.
- ¿Entremés?; ¿Había que traer comida?, ¿de eso no decía nada el anuncio?
- No hombre, no. Un entremés es una obra breve que se representa al principio de
una obra de teatro o entre los dos primeros actos de la misma. Tengo varios: Los
baños de Argel, El vizcaíno fingido, La cueva de Salamanca, El viejo celoso…
- ¡Ah!, perdone mi desconocimiento, hace poco que conozco su idioma, creí que
eran esos platos ligeros que se ponen antes de la comida para picotear, como el
jamón de bellota, el chorizo, unas patatas bravas… ¡qué delicias! Se me está
haciendo la boca agua sólo de pensarlo, y ya van siendo horas de comer.
- Tiene toda la razón, a delicias culinarias no nos gana nadie, doy buena cuenta de
muchas de ellas en mi novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
- ¡Interesante! Tendré que leerla.
- Y ¿Usted qué escribe?
- Me gustan más las tragedias, aunque también tengo alguna comedia, obras
históricas, fantasías, apócrifas y juicios de críticas.
- Quizá hubiésemos podido traer todo en un pendrive, pero no dijeron nada.
- Huy, ¡no!, que yo soy de los que sigue escribiendo a pluma, no puedo evitarlo,
no hacen más que regalarme esas cosas que hay que enchufar y que escriben con
teclas, pero no hay manera, no me adapto, me pongo delante de la pantalla y no
me viene la inspiración, es imposible, sin embargo, cojo la pluma, escojo la
tinta, ni demasiado líquida, ni demasiado densa; la sujeto, la inclino unos
cuarenta y cinco grados… Y las palabras vienen a mi cabeza para ser escritas
con total fluidez.
- Yo al principio así lo hacía, pero, no puedo resistirme a la comodidad del
teclado y la pantalla. ¿Que no me gusta lo que he hecho? pues nada, elimino y
vuelvo a empezar, y así también contribuyo a hacer que este mundo sea un poco
más sostenible, porque evito que lo que no me gusta acabe en la papelera; pero
tengo que reconocer que alguna vez necesito volver trazar las letras sobre un
papel.
¡Sí que es están entreteniendo con el candidato que está dentro!
- Estuve hablando antes de que usted llegara con ella y traía muy buenas
recomendaciones.
- Pues yo no tengo nada.
- Pues a mí como no me sirva el título de Hombre del Rey, pero creo que ese sólo
me va a servir en Inglaterra, para este puesto va a dar igual, bueno, cuando salga
ya voy yo, que con eso de los entremeses, tengo ganas ya de acabar.
Sale un caballero a llamar al siguiente.
- Allá voy.
- Le deseo suerte, por cierto, mi nombre es Miguel de Cervantes.
- Encantado de conocerle, el mío es William Shakespeare.
- Si quiere puede esperarme y al salir nos tomamos un vino con unos entremeses,
aunque hemos de ser “templado en el beber, considerando que el vino
demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra”
Casiopea. Categoría b.