Hoy hemos asistido a la celebración de la graduación de nuestros alumnos de 2º de Bachillerato. ¡Enhorabuena a todos!
Desde el enlace siguiente puedes descargar las fotos del evento.
Fotos de la graduación de 2º de bachillerato 2016

En esta época en la que los riesgos de incendio ya no son una excepción, sino una posibilidad presente tanto en el ámbito doméstico como en el profesional, la pregunta resuena con fuerza: ¿para qué sirve una manta ignífuga?. No se trata de una simple prenda de fibra gruesa ni de un capricho para los más precavidos. Hablamos de un elemento que bien podría marcar la línea invisible entre una anécdota doméstica y una tragedia con titulares. Un objeto de esos que, como los extintores o los detectores de humo, solo se valoran cuando ya es tarde.
Hoy, más que nunca, las mantas ignífugas se han convertido en herramientas de seguridad esenciales que toda vivienda, local comercial, industria o vehículo debería tener a mano. No estamos exagerando. Estamos describiendo una realidad que, con cada nuevo parte de bomberos, se confirma.
Porque más allá del humo, más allá del fuego, lo que está en juego es la vida, la integridad física y patrimonial de las personas. Y ahí, justo en ese umbral crítico, la manta ignífuga puede ser determinante.
En el ecosistema de la seguridad contra incendios, existe una categoría llamada protección pasiva contra incendios. Y no, no es un eufemismo. Es un sistema estratégico pensado para que, cuando el fuego aparece, el entorno sepa cómo resistirlo, contenerlo y frenarlo. Dentro de ese conjunto de recursos, la manta ignífuga ocupa un lugar central.
Su función es simple, pero eficaz: asfixiar el fuego, privándolo del oxígeno necesario para mantenerse activo. Y lo hace sin agua, sin químicos, sin ruido. Solo desplegándose sobre el foco del incendio. Por eso, su uso resulta tan útil en fuegos incipientes, especialmente en cocinas, talleres, laboratorios, garajes y vehículos.
De hecho, dentro de los recursos disponibles para la protección pasiva contra incendios, la manta ignífuga brilla por su inmediatez y su facilidad de uso. No necesita formación avanzada. No requiere presión hidráulica. Solo estar cerca, lista y desplegarse a tiempo.
Una manta ignífuga es, en esencia, una pieza textil fabricada con materiales resistentes al fuego, como la fibra de vidrio, el kevlar o la lana de roca tratada con retardantes. Está diseñada para cubrir directamente una llama pequeña y apagarla sin riesgo de propagación.
El secreto de su eficacia está en su capacidad para interrumpir el triángulo del fuego: calor, combustible y oxígeno. Al envolver la fuente de ignición, la manta corta el oxígeno y sofoca el fuego sin dejar espacio para su alimentación.
Este método es especialmente eficaz para incendios de grasas, tejidos, papel o madera, aunque su uso no se recomienda en fuegos eléctricos de gran envergadura o con presencia de gases inflamables.
Si buscas una opción de calidad y con certificación para tu hogar o negocio, aquí puedes adquirir una manta ignífuga especialmente diseñada para uso doméstico y profesional.
Y es que, como bien sabemos los que nos dedicamos a esto, hablar de seguridad contra incendios no es cuestión de probabilidades, sino de preparación. Hablando de la manta ignífuga en profundidad se puede comprender que estamos ante un dispositivo más necesario que opcional.
Hoy, más que nunca, vivimos rodeados de dispositivos eléctricos, combustibles, materiales plásticos y textiles sintéticos. Elementos que, al entrar en contacto con una fuente térmica, generan fuegos rápidos, agresivos y altamente tóxicos.
En ese contexto, contar con una manta ignífuga no es una muestra de prudencia, sino una necesidad lógica y racional. Las estadísticas de incendios domésticos, industriales y de transporte no dejan lugar a dudas: el fuego no espera. Y no siempre da tiempo a usar un extintor o esperar a los bomberos.
En Madrid, una estudiante evitó una tragedia en su residencia al sofocar un incendio en la cocina provocado por una sartén con aceite gracias a una manta ignífuga. En Sevilla, un operario resultó ileso tras usar una de estas mantas mientras su mono de trabajo ardía tras una chispa durante una soldadura. Y así, cientos de ejemplos más.
Todos tienen un denominador común: la rapidez de actuación y la existencia previa de la manta ignífuga en el lugar adecuado. Sin ella, el relato habría sido muy distinto.
Una manta ignífuga no es un “por si acaso”. Es parte del sistema de defensa pasiva de un espacio. Es ese pequeño gran gesto que puede impedir una tragedia. Es prevención, es seguridad, es responsabilidad.
Su uso no sustituye a las ignifugaciones estructurales ni a los sistemas de detección, pero las complementa con eficacia. De ahí su relevancia actual. Porque una buena protección contra el fuego no solo se basa en materiales, sino en decisiones inteligentes.
Y si hay una decisión inteligente que todos deberíamos tomar hoy mismo, es contar con una manta ignífuga a nuestro alcance. Antes de que el fuego se imponga, actuemos con cabeza.
Vender comida hecha en casa se ha convertido en una de las tendencias más populares entre pequeños emprendedores, amantes de la cocina y personas que buscan una fuente de ingresos adicional. Sin embargo, no todo vale: esta actividad está regulada por leyes específicas que buscan garantizar la seguridad alimentaria y la trazabilidad del producto.
En este artículo te explicamos qué dice la ley en España en 2025, cuáles son los requisitos legales y sanitarios, y cómo puedes vender comida desde tu vivienda sin problemas.
La legislación española, a través del Real Decreto 1021/2022, permite la elaboración y venta de alimentos desde una vivienda particular, siempre que se cumplan una serie de condiciones.
El objetivo es proteger al consumidor y asegurar que el proceso de manipulación, cocinado y conservación se realice en un entorno higiénico y controlado.
Esta normativa establece que la venta de comida casera solo se puede realizar en tres escenarios:
Ferias o mercados ocasionales.
Reparto a domicilio dentro de la misma zona sanitaria.
Venta online restringida a la zona geográfica local.
Es decir, puedes vender tus platos preparados a vecinos o en eventos locales, pero no puedes distribuirlos fuera de tu distrito sanitario ni a colectividades (colegios, bares o restaurantes).
Si vas a emprender un negocio de comida casera, tu cocina debe cumplir ciertas condiciones que garanticen la higiene y la correcta manipulación de los alimentos.
Uno de los elementos clave en cualquier cocina profesional o doméstica adaptada es contar con una campana extractora industrial mural con motor. Este equipo permite mantener un ambiente limpio, libre de humos, grasas y partículas, asegurando una correcta ventilación y evitando la contaminación cruzada durante la preparación de los alimentos.
Además, se recomienda disponer de:
Superficies fáciles de limpiar y desinfectar.
Lavamanos con agua caliente.
Espacio diferenciado para utensilios domésticos y utensilios de trabajo.
Termómetros para controlar la temperatura de conservación y cocción.
Estas medidas no solo garantizan la seguridad del producto, sino que facilitan las inspecciones sanitarias que pueden realizar las autoridades locales.
Además del mobiliario adecuado, es fundamental invertir en una campana industrial cocina de calidad. Este tipo de campanas está diseñada para soportar jornadas de trabajo prolongadas y eliminar eficazmente el vapor y la grasa generada durante el cocinado.
Contar con equipos profesionales mejora la calidad del ambiente, previene la acumulación de residuos y proyecta una imagen más profesional ante las inspecciones o auditorías sanitarias.
Otros elementos recomendables incluyen:
Frigoríficos y congeladores exclusivos para materias primas del negocio.
Almacenamiento separado de los alimentos domésticos.
Utensilios dedicados exclusivamente a la producción comercial.
Registro de limpieza y mantenimiento.
Todo esto forma parte de la trazabilidad alimentaria, un requisito clave exigido por la normativa europea (Reglamento CE 852/2004).
Sí, es legal vender comida hecha en casa, siempre que cumplas los requisitos establecidos por la normativa. La clave está en formalizar la actividad correctamente ante las autoridades competentes.
Esto implica:
Presentar una declaración responsable ante el registro sanitario autonómico.
Especificar los productos que vas a elaborar.
Detallar las zonas de trabajo y horarios de producción.
Comprometerte a permitir las inspecciones oficiales.
No se necesita una “licencia” tradicional, sino una autorización mediante notificación o registro. Con este paso podrás operar legalmente dentro de tu zona sanitaria.
También deberás etiquetar tus productos correctamente, incluyendo:
Denominación del alimento.
Fecha de elaboración y caducidad.
Ingredientes y posibles alérgenos.
Mención obligatoria “ELABORADO EN VIVIENDA PARTICULAR”.
El incumplimiento de cualquiera de estos puntos puede acarrear sanciones administrativas y la suspensión de la actividad.
Si tu intención es vender comida casera de forma habitual y con ánimo de lucro, debes darte de alta como autónomo.
Los pasos básicos son:
Alta en Hacienda (modelo 036 o 037).
Alta en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA).
Elegir el epígrafe fiscal adecuado: elaboración y venta de comidas preparadas.
Contratar un seguro de responsabilidad civil.
Aunque muchas personas piensan que pueden vender sin ser autónomos, la ley solo lo permite en casos puntuales y sin habitualidad, lo cual es difícil de justificar si realizas ventas frecuentes o promocionas tus productos en redes sociales.
Otro requisito esencial es contar con el certificado de manipulador de alimentos, formación obligatoria para cualquier persona que manipule, elabore o sirva alimentos.
Este curso puede realizarse online, y su certificado es válido en todo el territorio español.
Además, se recomienda ampliar los conocimientos con formación complementaria en:
Alérgenos e intolerancias.
Etiquetado alimentario.
Conservación y transporte seguro de alimentos.
Puedes vender tus platos a través de Instagram, WhatsApp o una página web, siempre que cumplas los requisitos legales.
Sin embargo, la venta online solo está permitida dentro de tu zona sanitaria, de acuerdo con el Real Decreto 1021/2022.
En tus publicaciones o sitio web, incluye información clara sobre:
Tipo de producto.
Ingredientes y alérgenos.
Zona de reparto disponible.
Datos de contacto o registro sanitario.
Esto genera confianza en el consumidor y demuestra transparencia y profesionalismo.
Formaliza tu negocio desde el primer día.
Invierte en equipos adecuados, como una campana extractora profesional y utensilios exclusivos.
Etiqueta correctamente tus productos.
Mantén la trazabilidad y limpieza constante.
Cumple la normativa sanitaria y fiscal.
Cumpliendo con estas condiciones, podrás convertir tu pasión por la cocina en un negocio legal, rentable y sostenible.
Vender comida hecha en casa en 2025 sí es posible y completamente legal, siempre que respetes las normativas vigentes, adaptes tu cocina y te formes en seguridad alimentaria.
No se trata solo de cocinar bien: se trata de hacerlo con responsabilidad, higiene y cumplimiento normativo.
Tu cocina puede ser el punto de partida de un pequeño negocio gastronómico exitoso, siempre que combines pasión, profesionalismo y compromiso con la seguridad del consumidor.